En la práctica, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, puede ser detenido si viaja a cualquiera de los 124 países que han firmado el Estatuto de Roma, incluidos todos los Estados miembros de la Unión Europea. El jueves 21 de noviembre, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, cuyo país sigue ostentando la presidencia rotatoria del Consejo de Ministros de la UE, cursó una invitación a su homólogo israelí.
Para Viktor Orban, es necesario “desafiar a la Corte Penal Internacional” y lo que considera su vergonzosa decisión disfrazada de ropaje jurídico. El primer ministro húngaro, acostumbrado a las provocaciones, invitó a Budapest a su homólogo israelí con la promesa de que no sería detenido. Con ello, Viktor Orban se pone en contradicción con el derecho internacional, ya que su país ha firmado el Estatuto de Roma que fundó la CPI. En su opinión, dictar la orden de detención contra Benjamin Netanyahu desacredita el derecho internacional. El Primer Ministro israelí agradeció su invitación, alabando la “claridad moral” de su homólogo húngaro.
A Viktor Orban le siguió su homólogo checo, Petr Fiala, que calificó el mandato de “espantoso y totalmente inaceptable”, mientras que el Ministro de Asuntos Exteriores austriaco lo calificó de “absurdo e incomprensible”.
Por otro lado, la Comisión Europea, el jefe de la diplomacia europea, Italia y España ponen énfasis en la primacía del derecho internacional y la necesidad de respetar las decisiones de la CPI. Alemania, socio de Israel desde hace mucho tiempo y “uno de los mayores defensores de la CPI”, declaró que “examinará atentamente” las medidas que se adopten, sin decir por el momento si Alemania aplicará las decisiones.
Francia, por su parte, anunció que “tomaría nota” de las órdenes de detención emitidas por la CPI. “Fiel a su compromiso de larga data de apoyo a la justicia internacional”, París “reitera su adhesión a los trabajos independientes de la Corte”, subrayó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado, sin precisar explícitamente si Francia detendría a estas personas en caso de que llegaran a territorio francés.
Para los europeos, el problema es doble. Por un lado, su tradicional incapacidad para acordar una posición común sobre Israel y la negativa de los 27 a tomar decisiones de política exterior por mayoría. Las relaciones internacionales siguen siendo uno de los pilares de la soberanía de cada país. Por otra parte, existe un problema de fondo: el cuestionamiento del Estado de Derecho en el que se basa la Unión Europea, y cuyo desafío se ha convertido en la especialidad de Viktor Orban.
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